martes, 26 de diciembre de 2017

118.000 EUROS PARA LA ATENCIÓN HOSPITALARIA DE LOS REFUGIADOS DE SIRIA E IRAK










CARITAS GIPUZKOA DESTINA 118.000 EUROS PARA LA ATENCIÓN HOSPITALARIA DE LOS REFUGIADOS DE SIRIA E IRAK

El  domingo 25  de diciembre, día de Caritas, en la Misa de la catedral el Obispo ofreió los detalles de la ayuda enviada para sufragar los gastos del hospital Italiano de Aman (Jordania)

Durante la  celebración se hizo el signo de ofrecer al niño Jesús un “presente” u “ofrenda” cpn la  cantidad destinada  a este hospital.

El proyecto, para el que la diócesis, a través de Caritas destina 118.000 euros, consiste en colaborar con las religiosas que dirigen este centro hospitalario en Jordania, donde atienden a miles de refugiados por la guerra, de Irak y  de Siria.

La  iniciativa nació  de una petición que el Nuncio de Irak y Jordania formuló expresamente al obispo de San Sebastián, Mons José Ignacio Munilla.

HOMILÍA DE LA MISA DONDE EL OBISPO DE DONOSTIA EXPLICA EL SENTIDO DE ESTE GESTO:


Informó: Rafael Hernández Urigüen. Imágenes y textos facilitados por la  Delegación  de MCS.  Donostia  San Sebastián diciembre de 2017





domingo, 24 de diciembre de 2017

NAVIDAD ACEPTAR LOS DONES DE DIOS. MONS. JOSÉ IGNACIO MUNILLA









Por su actualidad  e interés  se reproduce este  artículo  de Mons. José Ignacio  Munilla sobre el sentido de la  Navidad




JESÚS

En estos últimos meses estoy impartiendo un curso sobre el Evangelio de San Juan en nuestro Instituto de Ciencias Religiosas de San Sebastián. En la medida en que vamos avanzando en la lectura y reflexión de los veintiún capítulos de este “Cuarto Evangelio”, me voy convenciendo de que el núcleo del Evangelio de Juan lo encontramos sintetizado en uno de los versículos de su prólogo: “Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1, 11-12).

        A la luz de este texto evangélico podemos preguntarnos dónde se encuentra el quid del misterio de la Navidad: ¿En la unión familiar? ¿En la apertura a la ternura y a la compasión como sentimientos que nos humanizan? ¿En la solidaridad para con los desheredados de la tierra? ¿En el compromiso con la construcción de la paz?... Obviamente todos estos valores son importantísimos; pero, aun así, no constituyen por sí mismos la esencia de la Navidad. El corazón de la Navidad es el encuentro de Dios con el hombre, en la persona de Jesús de Nazaret. Y, por ello, dos mil años después, el reto de la Navidad sigue siendo el de “recibir” a Jesús: acogerlo en la fe, amarle –y no solo admirarle— y disponernos a la transformación del mundo, desde la esperanza fundada en su presencia entre nosotros. Insisto, el corazón de la Navidad no se halla en sus numerosos valores morales y espirituales, sino en la iniciativa del amor de Dios que sale a nuestro encuentro en Jesús, al que estamos llamados a “acoger” en la fe, esperanza y caridad.

        Benedicto XVI formuló de manera magistral, al inicio de su encíclica “Deus caritas est” (Dios es amor), lo que yo torpemente intento expresar: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.” En efecto, la reducción de la propuesta evangélica a una mera exhortación ética, es algo que San Agustín calificaba como el “horrendo veneno del cristianismo”; que en sus tiempos se presentaba bajo el paraguas del voluntarismo pelagiano, y que en nuestros días se suele traducir en un puro pragmatismo. Pero, en el fondo, el pragmatismo actual no es más que una reedición de la herejía pelagiana del siglo V: la fe en Jesús queda relegada a algo secundario, y el cristianismo es valorado exclusivamente en la medida en que coopera en los retos comunes de la transformación del mundo. 

        El versículo del prólogo del Evangelio de Juan, al que me estoy refiriendo –“Vino a su casa, y los suyos no le recibieron”— no es una mención aislada, sino que viene acompañado de otros muchos pasajes evangélicos en los que se expresa el dramático dilema entre la acogida o el rechazo a la persona de Jesús (en el lenguaje bíblico la indiferencia es equiparada al rechazo). El Evangelio de Lucas, por su parte, lo relata así: “No había sitio para ellos en la posada” (Lc 2, 7). La gran paradoja es que no haya sitio en el mundo para el Salvador del mundo: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20). De forma muy gráfica, Jesús nació fuera de “la ciudad” y murió fuera de las murallas (“Jesús murió fuera de la puerta” Hb 13, 12). Es sumamente elocuente que María tuviese que colocar a su hijo en un “pesebre”, lugar reservado para alimentar a los animales. Este detalle fue el que inspiró a San Francisco de Asís a integrar al buey y al asno, como parte de los personajes del belén; visualizando de esta forma, la profecía de Isaías, en la que abordaba, una vez más, el misterio del rechazo hacia el enviado de Dios: “El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; sin embargo, Israel no me conoce, mi pueblo no comprende” (Is 1, 3). Por muy bella que parezca esta expresión literaria, en ella se nos dirige un severo reproche por motivo de nuestra insensibilidad ante los dones de Dios. Expresa una recriminación en la que se sugiere que somos más burros que los burros.

        ¿Cómo explicar este “rechazo” tan reseñado en los evangelios, y que obviamente, continúa hasta nuestros días? ¿Cómo entender nuestra tendencia a “morder la mano que nos quiere dar de comer”? Acaso a nosotros nos ocurra algo similar a esos animales heridos que atacan a quien se acerca a socorrerles, porque no son capaces de distinguir entre quien les ha herido y quien quiere curarles. Acaso una parte de la explicación la podamos encontrar en nuestra falta de confianza, generada por una acumulación de decepciones, que dificultan, en gran medida, la fe en la gratuidad del amor de Dios.

        Por cierto, tuve ocasión de asistir recientemente al estreno de una bellísima película animada que se está proyectando estas Navidades: “Se armó el Belén”. Es fácil reconocer en el personaje principal del film, un burrito llamado “Bo”, el retrato de una humanidad herida, que en medio de sus sufrimientos, sueña con ser rescatada; pero a la que le cuesta descubrir y reconocer que Jesús es el cumplimiento de su anhelo de libertad y plenitud. Me parece a mí que ese burrito nos retrata a todos de forma magistral.

        Os deseo una feliz Navidad y un próspero y santo Año Nuevo. Os deseo lo mejor; es decir, que en este tiempo navideño acojáis a Jesús en vuestro corazón, de forma que podamos exclamar con el evangelista Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4, 16).

JESUS

        Azken hilabete hauetan, San Joanen Ebanjelioari buruz ikastaro bat ematen ari naiz Donostiako Erlijio Zientzien Institutuan. “Laugarren Ebanjelio” honetako hogeita bat kapituluak irakurtzen eta hausnartzen aurrera goazen heinean, gauza bat ari naiz ikusten: Joanen Ebanjelio honen erdigunea edo muina beraren sarrerako txatal batean laburbildua daukagula: “Bereengana etorri zen, eta bereek ez zuten onartu. Onartu zuten guztiei, berriz, haren izenean sinesten dutenei, alegia, Jainkoaren seme-alaba izateko ahalmena eman zien” (Jn 1, 11-12).

        Ebanjelioko pasarte honen argira, galdera egin dezakegu, non edota zertan dagoen Eguberriko misterioaren giltza: Familiako batasunean? Giza duintasuna ematen diguten samurtasun- eta erruki-sentimenduetan? Lurbira honetako behartsuekiko solidaritatean? Bakea eraikitzeko konpromisoan?... Balio hauek guztiak oso garantzitsuak direla ez dago zalantzarik; baina, hala ere, ez dago balio horietan Eguberriaren funtsa edo mamia. Jainkoak, Nazareteko Jesusengan, gizakiarekin bat egitea da Eguberriaren misterioaren bihotza. Horregatik, bi mila urte igaro ondoren ere, Eguberriaren erronka Jesusi “harrera ona” egitea da: fedean Jesus hau onartzea, maitatzea –bera mireste hutsean gelditu gabe– eta mundu hau eraldatze-ahaleginean saiatzea, bera gure artean dagoela jakiteak ematen digun itxaropen sendoaz. Berriro diot, Eguberriaren bihotza ez dago balio moral eta espiritual ugarietan, baizik eta Jainkoak, Jesusengan, gure bidera etortzeko erabakia hartu izanean, eta guk Jesus hau  fedean, itxaropenean eta maitasunean “onartzean”.

        Nik era traketsean esan nahi dudan hau maisuki adierazi zuen Benedikto XVI.ak, “Deus caritas est” (Jainkoa maitasuna da) bere entziklikaren hasieran: “Ez da kristau izaten hasten erabaki etiko batek edota ideia nagusi batek hartara eraginik, bizitzari aukera berria eta, beraz, behin betiko norabidea ematen dion gertakariarekin, Pertsonarekin aurkitzean baizik.” Hala da; Ebanjelioak egiten digun eskaintza aholku etiko hutsera murriztea “kristautasunaren pozoi izugarria” izango litzatekeela dio San Agustinek; garai haietan, pelagianismo boluntarista izan zen ideia horren aterkia; gure garaiotan, berriz, jokabide horrek erabateko pragmatismoaren jarrera hartzen du. Baina, azken batean, gaur egungo pragmatismoa V. mendeko heresi pelagioanoaren errepikapena besterik ez da: Jesusenganako fedea bigarren mailara baztertua gelditzen baita, eta kristautasunari, mundua eraldatzeko elkarteko erronketan parte hartzen den neurrian bakarrik ematen zaio balioa.

        Aipatu dudan Joanen Ebanjelioaren sarrerako txatala –“ Bereengana etorri zen, eta bereek ez zuten onartu”– ez da esaldi bakarra, baizik eta beste hainbat pasarte dago hori adierazten duena; Jesusen pertsona onartu edota arbuiatzearen aukera gogorra da pasarte horietan adierazten dena (Bibliako hizkuntzan, axolagabekeria arbuiaketaren pare jarri ohi da). Lukasen Ebanjelioak honela esaten du: “Ez zen ostatuan haientzako lekurik” (Lk 2, 7). Sinestezina da benetan munduan lekurik ez izatea munduaren Salbatzailearentzat. “Azeriek badituzte zuloak eta zeruko hegaztiek habiak; Gizonaren Semeak, ordea, ez du burua non ezarri” (Mt 8, 20). Esanguratsua da hau ere: Jesus “hiritik” kanpora jaio zen, eta hil ere harresietatik kanpora hil zen (“hiritik kanpora jasan zuen Jesusek heriotza” Heb 13, 12). Deigarria da Mariak bere semea “aska” batean jarri behar  izana, abereentzat erabili ohi den leku batean alegia. Xehetasun honek eman zion Asisko San Frantziskori, jaiotzako pertsona andanaren artean idia eta astoa jartzeko iradokizuna; begi-bistan jarri zuen horrela, Isaias profetak, Jainkoak bidalia arbuiatzearen misterioari buruz behin berriro zioena: “Ezagutzen du idiak bere jabea, baita astoak ere nagusiaren ganbela; Israelek, ostera, ez nau ezagutzen, nire herriak ez du aditzen” (Is 1, 3). Ederra izango da, agian, esaldi hori ikuspegi literariotik begiratuta, baina ohartaratze zorrotza egiten zaigu hor, Jainkoaren dohainen aurrean erakusten dugun axolagabekeriagatik. Hitz gogor horien bidez astoak baino astoagoak garela esan nahi zaigu.

        Nola egin Ebanjelioetan hain azpimarratua dagoen, eta gure egunotan ere egia den  “arbuiaketa” honen azalpena? Nola ulertu “jaten eman nahi digun eskuari hozka egiteko” gure jarrera? Zauriturik dauden animalia horiei gertatzen zaiena gertatzen zaigu, agian, guri ere, laguntzera hurbiltzen zaionari erasotzen diotela, ez baitira gai zauritu dituenaren eta lagundu nahi dienaren artean bereizteko. Hainbat desengainuk gugan sortu duen konfiantza ezean aurki genezake agian horren esplikazioa, eragozpenak jartzen baitizkigu, neurri handi batean, mesfidantza horrek, guztiz doakoa den Jainkoaren guganako maitasunean sinesteko.

        Hain zuzen, duela gutxi, Eguberritan ematen ari diren pelikula biziduna, oso polita, estreinaldian ikusteko egokiera izan nuen: “Se armó el Belén”. Filmeko pertsonaia nagusia “Bo” izeneko astotxo bat da, zauritua dagoen gizadiaren erretratua gertatzen da, eta, bere oinazeen artean, norbaitek salbatuko duen itxaropena du; baina kosta egiten zaio konturatzea eta ikustea, Jesus dela bere askatasun- eta osasun-ametsa bete ahal izango duena. Nire ustez, astotxo hau gu guztion benetako argazkia da.

        Eguberri-jaiak ondo igaro ditzazuela eta Urte Berri oparoa eta santua izan dezazuela opa dizuet; hau da, Eguberrialdi honetan harrera ona egin diezaiozuela Jesusi zeuen bihotzean, San Joan ebanjelariarekin batean esan ahal dezagun: “Guk ezagutu dugu eta sinetsi Jainkoak digun maitasuna” (1 Jn 4, 16).

Informó: rafael Hernández Urigüen. Textos  facilitados por la  Delegación de MCS del Obispado  de Donostia. Imagen: Rafael Hernández Urigüen

martes, 12 de diciembre de 2017

CINE DE VALORES Y BENDICIÓN DE BELENES. INICIATIVAS EVANGELIZADORAS DE ADVIENTO EN LA DIÓCESIS DE DONOSTIA SAN SEBASTIÁN



CINE DE VALORES EN UNA PARROQUIA DE DONOSTIA SAN SEBASTIÁN


La iniciativa evangelizadora tendrá lugar el 12 al 15 de diciembre. En la parroquia de San Ignacio. A las 19:00 horas.
Entrada libre.  

Cuatro películas excelentes, para todos los públicos.
Para ampliar la información:





BENDICIÓN DE NIÑOS JESÚS Y PREMIOS DEL CONCURSO DE POSTALES

El domingo 17 de diciembre, el Obispo de Donostia San Sebastián bendecirá las figuras del nacimiento tras la Misa de la catedral y también entregará los premios del concurso de Postales Navideñas



El próximo 17 de diciembre, Mons.  Munilla se reunirá con los niños de la diócesis en un acto que celebrará en la Catedral.

El Obispo de San Sebastián estará con los pequeños y procederá a bendecir el Niño Jesús que cada uno de ellos colocará en su casa este Navidad.

El acto será en la catedral del Buen Pastor, al término de la Misa de las 18:00 horas.

Además, también se hará entrega de los premios del III Concurso de Postales Navideñas organizado por el Servicio Diocesano de Enseñanza.

Informó: Rafael Hernández Urigüen. Textos e imágenes facilitados por la Delegación de MCS del Obispado de Donostia-San 

viernes, 8 de diciembre de 2017

HOMILÍA DE MONS. MUNILLA EN LA ORDENACIÓN DE RAFAEL OLAIZOLA EN LA SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA




EL PULSO  DE LA  FE  DE UNA DIÓCESIS  SE MANIFIESTA EN SU  ALEGRÍA POR UNA ORDENACIÓN  SACERDOTAL


Con la Catedral del Buen Pastor repleta de fieles y el presbiterio ocupado totalmente por los sacerdotes concelebrantes, Mons. Munilla ha resaltado: Cuando una diócesis celebra una ordenación sacerdotal, se pone de manifiesto de manera muy visible cómo de viva es la fe de sus fieles. La alegría o la indiferencia que suscita el que alguien entregue su vida a Jesucristo, resulta ser muy significativa

A continuación se reproduce  la homilía completa


VÍDEO COMPLETO Y FOTOGRAFÍAS:

https://youtu.be/wGWCV1B_g3o


https://www.flickr.com/photos/133958253@N05/albums/72157663447260048


Ordenación sacerdotal – Rafael Olaizola

Queridos sacerdotes concelebrantes, queridos seminaristas, queridos religiosos y consagrados, queridos fieles todos, y muy querido Rafael:

Cuando una diócesis celebra una ordenación sacerdotal, se pone de manifiesto de manera muy visible cómo de viva es la fe de sus fieles. La alegría o la indiferencia que suscita el que alguien entregue su vida a Jesucristo, resulta ser muy significativa. Se trata de un buen test para medir nuestra esperanza en el cumplimiento del mandato de Cristo de evangelizar el mundo, así como también es un indicativo de nuestro amor a la Iglesia. El apoyo afectivo y efectivo al ordenando, resultan ser un autorretrato de la comunidad eclesial.

Sí, querido Rafa; eres consciente de la ilusión que tu ordenación sacerdotal ha suscitado en muchos fieles, además de la admiración en otros, no creyentes, que conocen la historia de tu vida, por cierto, nada fácil; y valoran enormemente que hayas tenido el coraje de ponerte el mundo por montera, y darlo todo, literalmente todo, para la gloria de Dios y el bien del prójimo. Cuando alguien obra en su vida de la forma en que tú lo has hecho, no lo dudemos, crece la esperanza.

Dicho esto, no dejemos de considerar que esta ordenación sacerdotal no es solo la consecuencia de una opción de vida, sino que es el fruto de una llamada personal e intransferible dirigida por Jesucristo a Rafa. Si bien es cierto que la opción de vida de un nuevo sacerdote resulta ser un interrogante para nuestra sociedad secularizada; en realidad, esta ordenación sacerdotal es antes una respuesta que un interrogante, ya que responde al querer de Dios. Y precisamente por esto crece nuestra esperanza: porque si Jesús lo ha querido –y bien sabemos que “Dios no da puntada sin hilo”—, confiamos en que serán muchos los bienes que se desprendan de esta ordenación sacerdotal.

Ahora bien, no olvidemos que un sacerdote no subsiste por sí mismo, sino en el seno de una comunidad cristiana; en un entorno de fe que le sirve de soporte, al tiempo que solicita de él su servicio…  La mayor ayuda que puede recibir un sacerdote en su ministerio, es la de unos fieles que esperen de él la santidad; unos fieles que busquen en él al hombre de Dios que les acompañe en el camino de seguimiento a Cristo… Y es que, un sacerdote se conmueve y estremece, cuando comprueba que los fieles buscan sinceramente de él la ayuda para la conversión.

Para profundizar en la ordenación sacerdotal que nos disponemos a celebrar, me quiero fijar brevemente en los dos gestos litúrgicos principales de la liturgia de la ordenación sacerdotal: la Imposición de las manos sobre la cabeza, y la Unción de las manos con el crisma.

1.- Imposición de manos: La Imposición de manos sobre la cabeza del ordenando por parte del obispo y del resto del presbiterio aquí presente, simboliza como una “toma de posesión” de Cristo de las facultades y sentidos del ordenando. La gracia del sacramento del orden sacerdotal configura la mente del ordenando con la de Jesucristo; al igual que su visión de la vida, su forma de hablar, incluso su mismo gusto personal… La Imposición de manos es un signo que subraya que somos de Cristo, hasta el punto de actuar “in persona Christi”… Al mismo tiempo, la Imposición de manos sobre la cabeza del ordenando pasa a ser también un gesto de protección. Esas manos sobre su cabeza simbolizan el techo de la Iglesia que le cubre y protege; son un recordatorio de que no estará solo, sino que tendrá en todo momento junto a él la asistencia de la comunión de la Iglesia. Cuando la Iglesia permanece fiel en la comunión de Cristo, resulta invencible.

2.- Unción de las manos: Y el segundo signo sacramental al que me refiero, es la Unción de las manos con el crisma, que convierte las manos de Rafael en una extensión de las de Cristo. Las manos del sacerdote están llamadas a sostener entre sus dedos lo más sagrado, al tiempo que están llamadas a acariciar, sin asco alguno, la miseria de la humanidad. No hay contradicción alguna entre ambas cosas. La santidad y la miseria se “tocan” y se “funden” en las manos del sacerdote. La santidad no es obstáculo para acercarse a la miseria del mundo, sino al contrario, es la condición necesaria para ello. El mejor ejemplo de ello es la Virgen, nuestra Madre. La Inmaculada, la limpia de toda mancha, tiene mucha mayor capacidad de ser madre de los desheredados y de los pobres, que la que hubiese podido tener siendo pecadora… Así han de ser las manos ungidas del sacerdote, semejantes a las manos de María, tan limpias como capaces de “tocar” las heridas del mundo.

Querido Rafa, estos signos sacramentales –la Imposición de manos y la Unción de las manos— encierran una auténtica catequesis de la naturaleza del ministerio sacerdotal. Pero es indispensable que no nos quedemos en una elaborada teoría, sino que hagamos vida lo expresado por la liturgia. Sigue siendo plenamente válida la exhortación que escuchaste el día de tu diaconado: “Convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva, enséñalo; y cumple aquello que has enseñado”…  Es necesario que no nos refiramos a Dios como a un concepto teológico, sino que el sacerdocio esté fundado en un tú a tú, en una relación personal con Jesucristo.

Recuerdo la anécdota protagonizada por San Jose María Rubio, un jesuita que ejerció su ministerio a comienzos del siglo XX en Madrid, quien mantuvo una relación personal con Jesucristo tan vital y tan intensa, que en una ocasión cometió el error de solicitar dos billetes al cobrador del tranvía, a pesar de que viaja solo. La perplejidad de cobrador del tranvía debió de ser máxima, al entender que el P. Rubio había solicitado el segundo billete para Jesús, su compañero de camino… Ojalá tomemos todos plena consciencia de la presencia de Jesús junto a nosotros, de una forma especial, en el ministerio sacerdotal.

Y a ti, Virgen Madre Inmaculada, te encomendamos a nuestro Seminario, al tiempo que te pedimos por todos los jóvenes llamados al sacerdocio, que tengan tu “sí” como modelo de su respuesta. ¡Madre Inmaculada, ruega por nosotros!


Apaiz Ordenazioa – Rafael Olaizola

Apaiz elkarmeza-emaile adiskideok, apaizgai, erlijioso-erlijiosa eta sagaratu, eta fededun maiteok, eta Rafael maite:

Elizbarruti batek apaiz Ordenazioa ospatzen duenean, agerian jartzen da garbi-garbi zenbatekoa den Eliza horretako fededunen sinesmenaren bizitasuna. Norbaitek bere bizia Jesu Kristori eskaintzeak sortzen duen poztasuna edota axolagabekeria, oso esanguratsua gertatzen da. Munduan Ebanjelioa zabaltzeko Kristoren agindua nolako itxaropenez betetzen dugunaren neurria ematen digu, eta Elizari diogun maitasuna adierazten du. Ordenatua izango denarenganako maitasun-babesaren egiazkotasuna kristau-elkartearen argazkia bezala da.

Bai, Rafa maitea; badakizu nolako poza sortu duen fededun askorengan zure apaiz Ordenazioak; fedegabeak diren beste batzuek mirespenez hartu dute albistea, bai baitakite batere erraza izan ez den zure bizitzako historia; horregatik, izugarrizko balioa ematen diote erabaki hau hartzeko, esamesak alde batera utzita, zuk izan duzun adoreari; zu zaren guzti-guztia eman nahi izan duzu, Jainkoaren aintzarako eta lagun hurkoaren onerako. Norbaitek bere bizitzan zuk egin duzun eran jokatzen duenean, ez izan inolako zalantzarik, hazi egiten da itxaropena.

Hau esanik, ez dugu ahaztu behar, apaiz Ordenazioa ez dela norberak egindako bizi-aukera hutsa; norbaiti egindako dei pertsonala baita, berberak bete beharrekoa, hau da, Jesu Kristok Rafari zuzenean egindako deiaren fruitua. Egia da, apaiz izateko bizi-aukera galdekizun gertatzen dela gaurko gizarte sekularizatu honetan; baina, apaiz Ordenazio hau lehenik eta behin erantzuna da, galdekizun baino gehiago, Jainkoaren nahiari erantzuten baitio. Hain zuzen, horregatik hazten da gure itxaropena: Jesusek hala nahi izan badu –Jainkoak ez baitu alferrikako pausurik ematen–, konfiantza osoa dugu, alderdi on asko izango duela apaiz Ordenazio honek.

Bestalde, ez dugu ahaztu behar, apaiza ez dela bere ahalmen hutsez bizi, kristau-elkartearen barruan baizik; elkarteko fede-ingurunea da apaizaren eusgarria, nahiz eta aldi berean elkarte horrek apaizaren zerbitzua behar izan… Apaizak bere ministerioa betetzekoan har dezakeen laguntzarik handiena, berari santu izatea eskatzen dioten fededunek ematen diotena da; apaiza jainkozko gizon izatea espero duten eta Kristorenganako jarraibidean laguntzaile izango duten fededunek ematen diotena… Apaiza, izan ere, hunkitu egiten da ikustean, bihotz-berritzeko laguntza dela fededunek beragandik benetan espero dutena.
Orain ospatzera goazen apaiz Ordenazioaren esanahia sakontzeko, liturgiak garrantzia ematen dien bi keinu aipatu nahi nituzke labur-labur: buru gainean eskuak ezartzea eta krismaz eskuak gantzutzea edo igurtzitzea.

1.- Eskuak buru gainean ezartzea: Gotzainak, eta gero hemen diren beste apaizek, ordenazioa hartuko duenaren buru gainean eskuak ezartzea ekintza sinbolikoa da, eta Kristo ordenatua izango denaren ahalmen eta zentzumenen “jabe egiten” dela esan nahi du. Apaiz Ordenazioko sakramentuaren graziak Jesu Kristoren araberako egiten ditu ordenatua izango denaren gogo-bihotzak; eta baita bizitzari buruzko bere ikuspegia, beraren hitz egiteko era, eta bere nahi pertsonalak ere… Eskuak ezartzeak gu Kristorenak garela azpimarratzen duen keinua da, eta guk egiten duguna “in persona Christi” egiten dugula adierazten du… Aldi berean, Ordena hartu behar duenari buru gainean eskuak ezartzea babesa ematea adierazten duen keinua ere bada. Buru gainean eskuak jartzea berari aterpea eta babesa eskaintzen dion Elizaren irudia da; ez dela bakarrik egongo gogoratzen du, baizik eta berekin izango duela une guztietan Elizaren elkartasuna eta laguntza. Kristorekiko elkartasunean leial eta zintzo irauten duenean, garaitezina gertatzen da Eliza.

2.- Krismaz eskuak gantzutzea (igurtzitzea): Hau da bigarren keinu sakramentala, krismaz eskuak gantzutzea; keinu honek Kristoren eskuen luzapen bihurtzen ditu Rafaelen eskuak. Apaizaren eskuek gauzarik sakratuenak erabili behar dituzte bere behatz artean, eta esku horiek, aldi berean, gizadiko miseria laztandu behar dute, inolako nazkarik gabe. Santutasuna eta miseria elkarren ondoan egongo dira eta bat egingo dute apaizaren eskuetan. Santutasuna ez da eragozpen munduko miseriara hurbiltzeko, alderantziz baizik, baldintza da, hori egin ahal izateko. Horren adibiderik onena Ama Birjina da. Sortzez Garbiak, guztiz orbangabea denak, ahalmen askoz handiagoa du behartsu eta miseria gorrian bizi direnen ama izateko, bekatari izan balitz baino… Horrela izan behar dute krismaz gantzututako apaizaren eskuek, Mariaren eskuen antzekoak, guztiz garbiak munduko zauriak ukitu ahal izateko.

Rafa adiskidea, bi keinu sakramental hauek –eskuak ezartzea, alegia, eta eskuak krismaz gantzutzea– benetako katekesia dira apaizaren ministerioaren izaera azaltzeko. Baina ez gaitezen ederki landutako teoria hutsean gelditu, baizik eta bizi dezagun liturgiak adierazten duena. Izan kontuan, diakonogintzan entzun zenuen hau: “Bizi ezazu sinesmenez, irakurtzen duzuna; irakatsi, sinesmenez bizi duzuna; eta bete, irakasten duzuna”… Gure harremanetan Jainkoa ez dugu teologiako kontzeptu bat balitz bezala hartu behar; apaizak aurrez aurre aritu behar du eta harreman pertsonala izan behar du Jesu Kristorekin.

Gogoan dut San Jose Maria Rubioren pasadizo bat; jesuita honek Madrilen, hogeigarren mendearen hasieran, bete zuen apaiz-ministerioa; oso harreman pertsonal bizia eta indartsua izan zuen Jesu Kristorekin, eta, behin batean, tranbiako kobratzaileari bi txartel eskatu zizkion oharkabean, nahiz eta bera bakarra izan txartela behar zuena. Guztiz txunditua gelditu izan behar zuen kobratzaileak, konturatu zenean, Aita Rubiok betiko bere bidelagun zuen Jesusentzat eskatu zuela bigarren tzartela… Jaunak eman diezagula denoi, Jesus beti geure ondoan dugula oharturik bizitzea, eta hori bereziki apaiz-ministerioa egitekoan gertatzen dela konturatzea.

Ama Birjina Sortzez Garbia, zure eskuetan jartzen dugu geure Seminarioa; apaiz izatera deituak diren gazte guztien alde eskatzen dizugu; eredu izan dezatela zure “baietza” hauek beren erantzuna ematekoan. Ama guztiz Garbia, egiozu otoitz Jainkoari gure alde!

Informó: Rafael Hernández  Urigüen. Textos  e imágenes  facilitados por la  Delegación de MCS  de la  Diócesis



jueves, 7 de diciembre de 2017

VIERNES 8 DE DICIEMBRE ORDENACIÓN SACERDOTAL EN LA CATEDRAL DEL BUEN PASTOR DE DONOSTIA SAN SEBASTIÁN





ORDENACIÓN SACERDOTAL EN LA CATEDRAL DEL BUEN PASTOR DE DONOSTIA SAN SEBASTIÁN

Este viernes 8 de diciembre, solemnidad  de la  Inmaculada,  recibirá  la ordenación sacerdotal  Rafael Olaizola que  trabajó, durante años, como concejal del  ayuntamiento de Zarautz (Gipuzkoa).

Dentro de esa Eucaristía  presidida  por Mons. José  Ignacio Munilla se  clausura también una  Novena  a la  Inmaculada que se ha  celebrado desde  el  30  de noviembre con participación numerosa  de familias y personas  de diversas edades.

Toda la información en: 
http://www.diariovasco.com/gipuzkoa/rafa-olaizola-nuevo-20171208005528-ntvo.html
http://www.elizagipuzkoa.org/frontend/eg/rafa-olaiozola-sera-ordenado-sacerdote-dia-inmacula-vn8318-vst172

Informó: Rafael Hernández Urigüen imágeness facilitadas por la Delegación  de MCS del Obispado  de Donostia-San Sebastián